La rosa, con su hermosa, fragante y generosa floración, es una planta esencial e indispensable en cualquier jardín. Sin embargo, requiere un mantenimiento riguroso, especialmente en invierno o a principios de la primavera, si queremos que florezca abundantemente durante todo el verano. Con esto en mente, vamos a conocer una serie de cuidados básicos para cuidar los rosales en invierno. El resumen son tres pasos necesarios: alimentar, recortar y tratar.
ALIMENTACIÓN DE LOS ROSALES
El abono de fondo alimenta la rosa durante todo el año. Elige un fertilizante orgánico que promueva la vida de los microorganismos del suelo, ya que son ellos los que liberan los nutrientes que extrae el rosal. Este tipo de fertilizantes es bueno porque es una forma de cuidado suave, duradera y respetuosa con el suelo.
Los cuidados deben hacerse con tiempo seco y sin heladas, en marzo, antes de que la vegetación se recupere. Si quieres saber cuando son las mejores condiciones, puedes usar un higrómetro, que ayuda a conocer la humedad del aire. Si estás interesado, aquí puedes han analizado los mejores del mercado.
Después de quitar las protecciones de invierno alrededor del tocón, se puede raspar el suelo unos centímetros de profundidad, luego esparcir el fertilizante y luego rascar de nuevo y mezclar.
CORTE DEL ROSAL
La poda condiciona la belleza de las rosas, pero también favorece la floración. Realízala en febrero/marzo. La poda del rosal consiste en retirar toda la madera muerta, enferma, dañada, rota o frágil, y limpiar la cornamenta para airearla. Las ramas mal colocadas, giradas hacia el centro, las que se cruzan o las que pueden cruzarse deben ser eliminadas.
Mantendremos sólo las ramas con una estructura saludable en la rama. Las rosas trepadoras se podan al final del invierno.
Dos consejos muy interesantes: aprovechemos la poda para recolectar cualquier resto de hojas o tallos que puedan albergar plagas latentes. Igualmente la podemos aprovechar para curar heridas grandes.
Se practican comúnmente tres tipos de tamaños:
Poda corta, realizada sobre rosales jóvenes o por el contrario sobre rosales viejos para rejuvenecerlos. Tiene como objetivo fortalecerlos y favorecer el enraizamiento. Seleccionar cuatro ramas bien distribuidas en el espacio y podarlas hasta unos diez centímetros por encima del suelo.
Poda normal, en el que podamos los tallos desde la mitad de su altura, incluso un poco más abajo para los tallos más frágiles, lo que los hará más robustos. Siempre cortaremos en ángulo.
Poda alta, cortando sólo un tercio de los nuevos brotes. Reservado solo para rosales vigorosos para contenerlos y evitar que se eleven demasiado durante la temporada. Un florecimiento muy alto no es muy estético.
TRATAMIENTOS DE LOS ROSALES EN INVIERNO
Para evitar hongos que causan manchas negras, herrumbre u oídio, rocía la mezcla bordelesa con moderación, debido a la presencia de cobre, que contamina el suelo por acumulación.
Contra las plagas (cochinillas, pulgones), usa un spray de productos orgánicos a base de aceites vegetales.
Es recomendable potenciar y mantener la vida vegetal alrededor de las rosas, por ejemplo instalando parterres variados y diversificados para que puedan vivir en ellos numerosos insectos que nos ayudarán con los rosales, como los crisopos o las larvas de mariquitas, etc. en primavera, lo que proporcionará a las plantas una defensa natural.