Las rosas negras son el símbolo de la pasión fatal y de lo místico. Aunque de continuar debemos aclarar que el color negro en las rosas como tal no existe. Realmente se trata de un purpura muy oscuro que da la sensación de ser negro.
Y como siempre ocurre con otros aspectos de la vida en los que el negro es símbolo de misticismo, con las rosas negras ocurre lo mismo. Éstas parecen salidas de un mundo de mágico. Su color increíble parece que vaya en contra de la naturaleza y suscita un sentimiento irreprimible de expectación mística.
En el siglo XIX el lenguaje de las flores se hizo popular. En este lenguaje el color negro simbolizaba la muerte o el odio. También se usaba para representar la despedida o un viaje peligroso como el de un soldado a la guerra. Pero poco a poco apareció un nuevo significado para éstas, simbolizando la "devoción pura", por el hecho de regalar una flor imposible de crear.
En un aspecto romántico, las rosas negras simbolizan un amor trágico. Éstas en novelas o en poemas siempre se han relacionado con la tristeza por una relación rota o imposible.
Simbolizando ese romance trágico, las rosas negras pueden estar presentes en los funerales para despedir a esa persona querida por el conyugue. Esa despedida definitiva que simboliza la muerte de un ser querido puede representarse a través de las rosas negras.
La muerte también está muchas veces representada por las rosas negras. Un buen ejemplo de ello es el tarot, que aunque tiene una carta que es la muerte, cuando sale la rosa negra simboliza la impureza, la inmoralidad y la venganza.
Las rosas negras obtienen su color a partir de un pigmento natural que sólo puede darse en condiciones muy precisas de temperatura, suelo y humedad. Por tal razón, este tipo de rosas se asocia mucho a lo exclusivo, lo especial y lo sublime. Homenajeada como símbolo de poder en muchos escudos y representaciones, hoy en día, la rosa negra es un claro alegato a la pasión más arraigada, la tristeza, la despedida absoluta, y por supuesto, no podríamos negar ese toque tan místico y sensual que nos llega desde sus pétalos. En fin, una devoción pura a quien la profesa.