A pesar de lo que la creencia popular sostiene, las rosas no son unas flores difíciles de cultivar y de mantener. Sí es cierto que no es una flor aconsejada para los principiantes en el mundo de la jardinería, pero para los que ya tengáis cierta experiencia en el mundo de las flores, los cuidados básicos de las rosas son fáciles de realizar.
Y eso es precisamente lo que veremos en las siguientes líneas, en las que trataremos de analizar los cuidados básicos que una rosa necesita y daremos una serie de consejos para que vuestros rosales crezcan preciosos y llenos de colorido. Si sigues estas pautas tendrás un jardín de rosas de lo más elegante.
Y para empezar nada mejor que lo básico: la plantación del rosal. La temporada ideal para realizarlo es el otoño. La humedad típica de esta temporada favorece el arraigo de las raíces de los rosales. Noviembre es el mes ideal, porque aún no han llegado los grandes fríos del invierno y para cuando lleguen, las raíces ya estarán perfectamente arraigadas.
También podríamos plantar las rosas en primavera, pero solo si estás están en contenedores o en macetas. Si es el caso, durante los primeros meses de la plantación tendremos que hacer riegos abundantes. Aún así lo más recomendable es que este tipo de plantación también se haga en el mes de Noviembre.
Plantación de un rosal en maceta
En caso de plantar las rosas en maceta, el proceso es de lo más sencillo: cavaremos un hoyo de unos 40-50 cm de profundidad. El tamaño del agujero es importante para el desarrollo de las raíces. En el fondo del agujero colocaremos abono de estiércol y algas. También puedes colocar un estimulador de raíces. Este producto lo encontrarás en tiendas especializadas y facilita el desarrollo de las raíces. A continuación mezclaremos el suelo del jardín con la tierra de plantación.
Araña ligeramente las raíces para separar unas de otras. Éstas se pueden separar con los dedos. Remoja el terrón en un cubo de agua para humedecer las raíces. Este paso favorecerá el agarre de los rosales.
Posteriormente colocaremos el terrón en el centro del agujero extendiendo las raíces. Esta operación realízala con mucho cuidado y delicadeza para no romper ninguna de las raíces.
Una vez colocada, recúbrela con una mezcla de tierra y mantillo, presionando ligeramente la tierra para que no quede aire entre el suelo y las raíces. Por último regaremos abundantemente y volveremos a presionar la tierra.
Plantación de un rosal de raíces desnudas
Antes de nada aclarar algo importantísimo, y es que no podemos plantar un rosal de raíces desnudas fuera de la temporada de otoño, evitando a toda costa las heladas.
Para hacerlo seguiremos el mismo proceso que veíamos anteriormente, pero en vez de sumergir el cepellón en el agua, cortaremos las raíces dejando una longitud aproximada de 20-25 cm.
Remoja las raíces en abono especial con tierra para facilitar su contacto con el suelo tras la siembra. Cuando la plantación esté realizada, es importante presionar bien la tierra para que todas las raíces estén bien en contacto con ella. Ésta debe ser una mezcla de tierra de jardín con mantillo.